El tocadiscos es una de las obras más perdurables dentro de los equipos musicales. Desde su invención en el siglo XIX, el tocadiscos reprodujo música con diversos y variados discos y cilindros. Aunque fue eclipsado desde la década de 1980 por las unidades de cinta magnética, los reproductores de CD y los sistemas digitales de música, el tocadiscos sigue siendo venerado por los amantes de la música por su calidad de sonido y valor nostálgico.
El aguja en un tocadiscos es la encargada de leer las sinuosidades contenidas en el surco, y debe estar en contacto permanente con el disco y siempre tendría que existir una superficie grande de contacto entre estos dos.
Los tocadiscos surgieron con la idea de reproducir los discos (y los de acetato también), de forma eléctrica y no mecánica. La reproducción eléctrica de los discos traía muchas ventajas: control de volumen de la reproducción, el tocadiscos se encuentra dotado con un motor eléctrico que hacía que el plato giradiscos rotara a una velocidad constante de 78 RPM, 45 RPM o 33 RPM, logrando así más fidelidad en el sonido. La disminución del peso del brazo traía también menor desgaste del disco por el peso del mismo, entre otros beneficios.
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