La corrupción política y económica es, sin duda, uno de los males que afectan a nuestra sociedad. Por eso los científicos y estudiosos del comportamiento humano se han propuesto descubrir qué es lo que motiva a las personas a corromperse y aceptar un soborno... o no.
Tendemos a pensar que es la ética la que rige si una persona acepta o no un soborno, y que aquellos que rechazan la corrupción se sienten mejor y duermen mejor por las noches. Pero al parecer, no siempre es así.
Científicos de la Universitat Jaume I han descubierto que lo que causa más estrés cuando te proponen un soborno no es tu ética, sino cómo influye en tu situación económica. Si rechazar un soborno va en contra de tus intereses económicos, produce más estrés rechazarlo que aceptarlo. Eso podría explicar por qué muchos políticos y empresarios participan en la corrupción, pues aceptar o proponer un soborno les genera menos estrés que rechazarlo.
Los participantes en el experimento se enfrentaban a una subasta ficticia en la que dos empresas podían sobornar al politico que adjudicaba una obra, para intentar inclinar la balanza a su favor. Estaban conectados a un polígrafo o máquina de la verdad, que mide los niveles de ansiedad, y los tiempos de respuesta.
Así detectaron que a muchas personas les generaba más ansiedad el hecho de no aceptar sobornar al político, yendo en contra de sus intereses económicos, que sobornarlo.
Sin embargo, el estudio de la Universitat Jaume I, que ha sido publicado en la revista Frontiers in Behavioral Neuroscience, también ofrece esperanzas para reducir esta lacra en la sociedad. Han comprobado que un número importante de personas actúan de una forma ética, rechazando el soborno, incluso aunque no sean castigados por él. A medida que se aumentaba el efecto negativo del soborno en la sociedad (adjudicar la obra a una empresa corrupta bajaba mucho la calidad de la misma) los participantes rechazaban con más fuerza los sobornos, incluso aunque eso les generase ansiedad.
Del mismo modo también se ha constatado que, si existe una amenaza de castigo, incluso aunque existan pocas posibilidades de que te pillen, la simple amenaza de un castigo duro frena mucho la corrupción. En otra prueba se incluyó la posibilidad de que la empresa perdedora de la subasta pudiese iniciar una inspección de Hacienda tanto al político como a la empresa ganadora. Sólo por el hecho de existir esa amenaza de inspección, los sobornos cayeron en picado.
Los responsables del estudio afirman que se necesitan más datos para confirmar esa relación entre los castigos duros y la reducción de la corrupción, pero parece que unas leyes más duras pueden ser una buena receta para reducir esta lacra...
Fuente: Ciencia Xplora
No hay comentarios:
Publicar un comentario